
De acuerdo con nueva información divulgada por la revista People, los fiscales especiales de Nuevo México, Kari T. Morrissey y Jason J. Lewis, argumentaron que Baldwin «no tenía control sobre sus emociones» y que «testigos afirmaron que esta conducta comprometió la seguridad en el set». Además, se menciona que Baldwin mantuvo una actitud «desinteresada» y errática durante el entrenamiento con armas de fuego, llegando incluso a «gritar y maldecir» a miembros del equipo.
En su papel dentro del proyecto cinematográfico, Baldwin tenía una doble función al liderar el equipo de producción, lo que le otorgaba una posición de responsabilidad directa sobre los protocolos de seguridad.
La respuesta de los fiscales surge en contraposición a la moción presentada por el equipo legal de Baldwin en marzo, que buscaba desechar todos los cargos, alegando que Baldwin nunca apretó el gatillo, aunque esta versión fue desestimada por evidencia forense. Si es encontrado culpable de homicidio involuntario, podría enfrentar una condena de prisión efectiva de hasta 18 meses.
Las normativas de seguridad en las filmaciones especifican que se deben utilizar balas de fogueo o ninguna munición real en las armas de utilería. Por esta razón, en marzo pasado, Hannah Gutierrez-Reed, la armera del proyecto cinematográfico, fue la primera en ser declarada culpable, aunque fue absuelta del cargo de manipulación de pruebas.


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