La cantante estadounidense Madonna hizo historia al convertir la playa de Copacabana de Río de Janeiro en la discoteca más grande del mundo con un épico concierto el sábado por la noche, al que asistieron alrededor de 1.5 millones de personas que no dejaron de bailar durante dos horas y media.
La icónica reina del pop ofreció un espectáculo sin descanso, interpretando uno tras otro sus mayores éxitos de sus 40 años de carrera ante un público mayormente femenino y del colectivo LGTBI, que coreó y bailó cada una de sus canciones.
A lo largo del concierto, la diva de 65 años se acercó al público en varias ocasiones a través de tres pasarelas que se extendían desde el gigantesco escenario de 812 metros cuadrados montado en las arenas de la famosa playa brasileña. Incluso saludó a los cientos de personas que asistieron en embarcaciones fondeadas frente al escenario.
Los admiradores de Madonna la ovacionaron constantemente y la acompañaron con abanicos sonoros, decorados en su mayoría con los colores del arcoíris, debido a la inusual temperatura de 30 grados Celsius en esa época del año.
El concierto comenzó a las 22:36 hora local con el pinchadiscos estadounidense Diplo calentando al público con una selección de clásicos del funk, el género musical originario de las favelas de Río de Janeiro.
Madonna también impresionó al público al invitar a un grupo de niños percusionistas de una escuela de samba para acompañarla en la interpretación de ‘La isla bonita’. Durante esta canción, vistió la camiseta de la selección brasileña de fútbol y compartió el escenario con la popular cantante y drag queen Pabllo Vittar.
Este concierto fue histórico tanto para Madonna, que nunca había actuado ante un público tan numeroso, como para Río de Janeiro, que generó una movilización de cerca de 60 millones de dólares con este único evento musical y cientos de miles de visitantes.
Aunque las autoridades aún no habían confirmado la cifra exacta de asistentes al final del concierto, es probable que Madonna haya superado el récord establecido por los Rolling Stones en febrero de 2006, cuando atrajeron a 1.5 millones de personas también a la playa de Copacabana.
Copacabana ha sido el escenario de otros dos conciertos aún más multitudinarios: el de Rod Stewart en 1994, con 3.5 millones de personas, y el del brasileño Jorge Ben en 1993, con 3 millones, ambos registrados en el Libro Guinness de los Récords.
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